La inteligencia Emocional es la capacidad de percibir, entender, controlar y modificar las emociones propias y las ajenas. Desde esta área tenemos como objetivo enseñar a manejar nuestros sentimientos y emociones para vivir mejor, con mayor salud psíquica y física, mejorando nuestras relaciones y potenciando nuestros recursos internos para alcanzar los objetivos que deseamos y nos proponemos alcanzar.
Por otro lado, con habilidades sociales nos referimos al conjunto de conductas que nos permiten desenvolvernos eficazmente ante situaciones sociales, pudiendo establecer relaciones adecuadas con los otros y resolver conflictos.
Estas habilidades comienzan a desarrollarse desde la más temprana infancia. Los primeros años de vida son los cimientos sobre los que se construye nuestra personalidad, por lo que no poseer las capacidades necesarias para una adecuada adaptación al entorno, puede provocar un inadecuado autoconcepto y una baja autoestima, desarrollándose así dificultades que continuarán más allá de la infancia, afectando especialmente a la adolescencia.